Hoy desde nuestra Junta de Aviación Civil queremos hablar de ese aparato indispensable en cualquier avión y que alberga información muy valiosa en su interior, como los datos específicos de fallos en un vuelo, que no tienen por qué necesariamente ser fatales.
La necesidad de incorporar un aparato que registre toda la información de lo que ocurre en el interior de las aeronaves fue idea de un científico australiano, David Warren. La iniciativa fue a partir de varios accidentes aéreos en los que no se encontraron pruebas para analizar las causas y el porqué de ello.
Por tanto, las primeras cajas negras se empezaron a incorporar a partir de mediados del siglo XX y aunque esas no tenían el mismo color que las actuales, naranjas, se ha conservado ese nombre, que no está relacionado con el color de la caja, sino por la situación en la que se examinaban las cajas; es decir, un accidente aéreo, que a su vez es considerado como un día negro para la aviación.
Sí, las cajas negras realmente son color naranja, pues se necesita un color chillón como el mamei para que pueda ser detectada con mayor facilidad entre el fuselaje, ya sea que la aeronave se haya precipitado al agua o la tierra.